Siglo XX

El siglo XX se ha caracterizado por una profundización de los vínculos de las mujeres y una ampliación de su presencia en diversos espacios de orden público y privado. La profesionalización de la composición musical y su apertura a las mujeres fue un cambio relevante respecto de épocas pasadas. En el primer tercio del siglo aparece la primera compositora en titularse de compositora en el Conservatorio Nacional: María Luisa Sepúlveda, quien, además, fue licenciada como concertista y profesora de piano. Sin embargo, al igual que en el s. XIX, hubo numerosas compositoras que tuvieron una formación privada a través de nexos familiares o con profesores extranjeros avecindados en Chile. Por ejemplo, la compositora valdiviana, Guillermina Frick —más conocida como “Nina” Frick—, desde muy pequeña recibió formación musical por parte de su familia. A los 5 años debutó como pianista y compositora en el Teatro Municipal de Santiago y en la ciudad de Valparaíso, donde fue ovacionada por el público y la crítica de la época. Luego de este importante hito, continuó desarrollando su carrera bajo las enseñanzas de su abuelo, Guillermo Frick, en su ciudad natal. Se presentó en diversas ocasiones en el Club Alemán de Valdivia y colaboró con fiestas de caridad. [8] Otro ejemplo es Leni Alexander, quien arribó a Chile junto a su familia desde la actual Polonia, escapando del régimen nazi. Tras su llegada al país realizó estudios musicales privados con el compositor holandés y radicado en Chile, Fré Focke entre 1949 y 1953. [9]

Por otro lado, algunas compositoras se relacionaron con los primeros movimientos feministas que se dieron en Chile. Una de ellas fue Marta Canales Pizarro, compositora, violinista y directora de coros, que participó en el Congreso Mariano Femenino de 1918. En él mujeres católicas de la alta sociedad se interrogaron por el rol de la mujer a partir de una lectura cristiana y diferenciadora de otros tipos de feminismos de la época. Más adelante, en 1925, María Luisa Sepúlveda publicó el Himno a la moderna mujer, el cual fue escrito especialmente en apoyo al Congreso Femenino Internacional de Chile.[10] Asimismo, esta compositora fue co-creadora del conjunto femenino “White Orchestra”, el cual se dedicó a interpretar música de distintos compositores chilenos.

Las compositoras del s. XX también se relacionaron con la pedagogía en el aula y en conservatorios. María Luisa Sepúlveda, tras su exoneración del Conservatorio Nacional, trabajó en escuelas y publicó diversos métodos didácticos y música para la niñez. En esta misma línea, compositoras como Elenas Waiss, Iris Sangüesa o Estela Cabezas publicaron abundante material de carácter pedagógico. La primera de ellas, creó tres volúmenes didácticos iniciales: "Mi amigo el piano", "Los maestros del clavecín" y "Selección de clásicos", los cuales han sido fundamentales en los planes de formación musical tanto en Chile como el extranjero. En 1940, junto con Olga Solari, Alfonso Letelier y René Amengual, fundó la Escuela Moderna de Música, institución a la cual estuvo ligada como directora y profesora y que funciona hasta el día de hoy. Por otro lado, Iris Sangüesa publicó diversas obras didácticas en El pianista chileno, una antología que incluye obras de compositores nacionales; además de otras piezas en sus Trozos infantiles. Estela Cabezas, por su parte, se dedicó a la investigación y experimentación pedagógica, proceso que concluyó en la creación del método Música en Colores, el cual ha sido reconocido a nivel mundial con un reconocimiento por parte del Consejo Internacional de Música (CIM-Unesco), a través de la Medalla de la Música.

Otras compositoras como Gloria López, Sylvia Soublette o Marta Canales, se relacionaron principalmente con el movimiento coral en Chile. Algunas de sus obras aparecen publicadas en antologías de la Federación de Coros de Chile o en publicaciones del Instituto de Extensión Musical de la Universidad de Chile.

En esta misma línea, muchas compositoras se relacionaron directamente con poetas de la época, musicalizando sus poemas para diferentes conjuntos musicales. Ejemplo de ello es Carmela Mackenna, quien musicalizó poemas de Pablo Neruda. Asimismo, Gabriela Mistral fue otra poeta importante para la creación musical de las compositoras. Marta Canales y María Luisa Sepúlveda, musicalizaron su poesía y sostuvieron correspondencia con la poeta. Emma Ortiz, Gloria López y Sylvia Soublette fueron las mujeres que más musicalizaron versos de mistral en el siglo XX[11].

Carmela Mackenna, Leni Alexander o Iris Sangüesa se especializaron en composición en el extranjero, siendo un trampolín para que su música circulara internacionalmente. Mackenna escribió y estrenó gran parte de su obra mientras se encontraba en la Alemania del periodo entreguerras y estudió composición musical de forma privada. Causaba gran revuelo cuando el público europeo de esa época descubría que una mujer escribía música. [12] Leni Alexander, por su parte, gracias a una beca del gobierno francés, en 1954 estudió en el Conservatorio Nacional de París, donde conoció a diversos músicos y artistas de renombre en la época. Esta reconexión con el viejo continente le permitió dar un salto en su carrera internacional, siendo ganadora de concursos de composición y recibiendo encargos de renombradas agrupaciones musicales de Europa y Estados Unidos. Por otro lado, Sangüesa vivió en Buenos Aires entre 1985 y 2001, trabajando en el laboratorio de Música Electrónica en CLAEM del Instituto Torcuato Di Tella. En ese lugar realizó estudios de especialización en música electroacústica.

Especial mención requiere Ida Vivado, quien fue la primera y única mujer hasta la fecha en ser Presidente de la Asociación Nacional de Compositores durante el periodo entre 1979 y 1987. Otras compositoras que fueron parte de esta organización fueron Iris Sangüesa, Sylvia Soublette y Cecilia Cordero. Sin embargo, hasta la actualidad, la presencia de mujeres es muy menor respecto a la de sus pares hombres.

Como se señaló anteriormente, muchas de las compositoras en esta época además fueron intérpretes como sucede en el caso María Luisa Sepúlveda, Iris Sangüesa, Emma Ortiz, Ida Vivado o Sylvia Soublette. Esto permitió que su obra pudiese circular a través de sus propias interpretaciones y con conjuntos relacionados a su quehacer interpretativo.

El transcurso del siglo XX, sin duda, ha sido de grandes cambios. Por un lado, vimos un auge de compositoras que estudian profesionalmente composición musical, una disciplina asociada principalmente con hombres. Aunque es posible observar de igual manera mujeres que se formaron con profesores y familiares como sucedía en el s. XIX. Un elemento interesante de esta época es la progresiva circulación internacional de la música de mujeres, ejemplo visto con compositoras como Leni Alexander, Iris Sangüesa o Carmela Mackenna, quienes, en conjunto con su música, se trasladan fuera de las fronteras. Otras compositoras se relacionaron intelectual y creativamente con poetas e intelectuales, lo cual influenció su forma de acercarse a la música. El auge de los movimientos feministas resultó fundamental para interrogarse el lugar de la mujer y plantear nuevas conquistas que fueron acompañadas por la música. Como veremos en el próximo apartado, muchos de estos elementos se mantendrán y otros serán puestos en jaque por factores como la globalización, el auge del internet, la profesionalización musical, entre otros.


Notas

[8] Inés Baeza et al., «Apuntes documentados para una historia de la música en Valdivia» (Tesis para optar al título de Profesor de Estado en Educación Musical, Valdivia, Universidad Austral de Chile, 1978), http://cybertesis.uach.cl/tesis/uach/1978/ffb142a/doc/ffb142a.pdf.

[9] Raquel Bustos Valderrama, La mujer compositora y su aporte al desarrollo musical chileno (Santiago de Chile: Ediciones UC, 2012).

[10] Bustos Valderrama, 221.

[11] Rodrigo Torres Alvarado, «Gabriela Mistral y la Creación Musical en Chile», Revista Musical Chilena 43, n.o 171 (1 de enero de 1989): 42-106.

[12] Bustos Valderrama, La mujer compositora y su aporte al desarrollo musical chileno.